The one I become

"Let me fall if I must fall. The one I become will catch me".

Dicen que las personas cuyo maestro ha sido el dolor son peligrosas, porque saben que pueden sobrevivir y eso hace que no le tengan miedo a nada.

Nunca había escuchado algo tan acertado. Fue entonces cuando pude encontrarle sentido a todas mis vivencias. Cuando la vida me ha obligado a colocarme las anteojeras, para que solo pueda verle la cara al lobo, de frente, es cuando mas lecciones he aprendido. Han sido esos momentos los que han hecho de mí la mujer que soy, los que me han enseñado a que ser fuerte, no es no llorar sino todo lo contrario, ser fuerte es derrumbarse con el fin de volver a coger impulso para levantarse.

Yo, hasta este año, fui una persona con muchos miedos. Pero el más grande de todos era el miedo a la pérdida. Hoy, agradezco que haya llegado a mi vida por segunda vez para reafirmarme que las segundas partes, en muchos casos, sí pueden ser mejores. Mi primera gran pérdida fue mi padre, cuando tenía 13 años; quizá el hecho de conocerla, siendo tan niña, hizo que le tuviera más miedo aún. Recuerdo que pase años donde nada más pensar en que la vida, en algún momento (cuando menos me lo imaginase porque siempre suele ser así), me obligaría a volver a experimentarla, me paralizaba. Eso hizo que creciera llena de apegos, aferrada a personas y a cosas que no me permitían realmente vivir a plenitud. No me dejaban sostener las riendas de mi vida y dirigirla hacia donde yo quisiera, sin miedo.

La segunda vez, fue con mi divorcio. Con el perdí todo. Mi identidad, mis sueños, mis perspectivas, mis creencias. Sobretodo mis creencias. Todo aquello que yo pensaba que estaba bien, aquel a quien yo creía era el más puro significado de amor, mi creencia sobre la manera "correcta" de amar o aquello en lo que yo creía que me hacía feliz. Se me rompieron todos los esquemas. Todo lo que yo pensaba que "era", resultó una mentira. Sin embargo, esta "pérdida" me despojo de TANTAS cosas, me dejo ligera, liviana, se llevo tanto de quien yo creía que era, que me dejo únicamente conmigo misma. Sin apegos, sin ataduras, sin corazas y sin miedos.

Y resultó que con ella, como dice Joan Garriga: "perdiendo, me gané a mi misma". Y con esta "pérdida" gane tantas cosas. Con ella llegó mi valentía, mi entereza, mi amor propio. Se sumaron a mi vida perspectivas tan distintas, personas nuevas y maravillosas, capaces de aportarme tantos aprendizajes. Nuevas experiencias que me han enseñado, por ejemplo, que es mejor dejar que la vida fluya y tome el cause que debe tomar, sin intentar querer controlarlo todo.

Hoy, he aprendido que el secreto está en saber mirar las pérdidas, transitarlas y no evitarlas. En recibirlas de manera compasiva y amorosa para que puedan irse pronto. Es ahí, cuando debemos acompañarnos más que nunca a nosotros mismos, respetando cada uno de esos inquilinos que vienen con ella y se le instalan a uno en el alma obligada, como: el dolor, la tristeza, la decepción, la impotencia y la rabia. Uno siente cosas que no puede ni describir con palabras, ¿verdad?. Y no me refiero únicamente a este tipo de pérdidas que yo he vivido, hay otras, como perder un trabajo que creíamos nuestro sueño, la pérdida de una propiedad que nos hacía sentir mas exitosos, perder un status quo... La pérdida tiene muchas caras.

Pero, al final, incluso en las pérdidas más dolorosas, de esas que resquebrajan el corazón, siempre entra la luz a través de las grietas. Y es una alegría que, poco a poco, se va instalando sin que uno se de cuenta. Y te alivia. Te permite abstraerte de lo vivido y entender el proceso que atraviesas de una manera mucho más clara. Es justo en ese momento que uno se abraza y se dice a uno mismo: YO SOY A PRUEBA DE BALAS!!!!! Y ya no te da miedo vivir, involucrarte, experimentar... porque sabes que sobrevivirás, siempre.

Dedicado a todos aquellos que esten pasando por una situación similar!!! Como dice una amiga: "si lo bueno se acaba, lo malo también".

Besos de colores,

Fer